martes, 28 de septiembre de 2010

Los niños con autismo no bostezan por "contagio"

Los niños que tienen un trastorno del espectro autista tienden a no bostezar por "contagio", o sea, a bostezar en respuesta a ver que otros lo hagan, según sugiere un estudio reciente.

El bostezo es un tipo de "contagio emocional", una respuesta inconsciente que refleja un reconocimiento de cómo se sienten los demás. Imitar la conducta de los padres y otros de forma inconsciente es un importante paso en el desarrollo social y emocional de un niño, apuntó la autora líder del estudio Molly Helt, candidata doctoral de la Universidad de Connecticut.

La falta de imitación de los niños autistas los pone en desventaja cuando se trata del aprendizaje de la empatía y otras habilidades sociales, apuntó Helt. Por ejemplo, investigaciones anteriores han mostrado que cuando las personas ven a otras sonreír, también sonríen sutilmente. El movimiento de los músculos faciales provoca que se active un mecanismo de retroalimentación, elevando el estado de ánimo.

"El 'contagio emocional' significa que puede experimentar un poco de la emoción que tú experimentas", explicó Helt. "De ahí surgen la intuición, la empatía y unas buenas habilidades sociales. El hecho de que los niños autistas no bostecen es una señal de que esos vínculos sociales básicos que se forman en los bebés y los niños no se están formando en los niños que sufren de autismo".

El estudio aparece en la edición de septiembre y octubre de la revista Child Development.

En un experimento, los investigadores observaron a 120 niños que se desarrollaban de forma normal y que tenían entre uno y seis años mientras escuchaban la lectura en voz alta de un cuento de doce minutos de duración. La persona que les contaba el cuento bostezó cuatro veces durante la lectura.

Los niños comenzaron a "bostezar por contagio" o a bostezar en un plazo de 90 segundos tras ver bostezar al narrador. Alrededor del 35 por ciento de los niños de cuatro años, y 40 por ciento de los de cinco y los de seis años, bostezaron en respuesta al bostezo del narrador; ninguno de los niños de un año lo hizo, pero el 5 por ciento de los de dos años y el 10 por ciento de los de tres sí bostezaron.

En otro experimento, los investigadores observaron a 28 niños de seis a quince años de edad que sufrían de un trastorno del espectro autista, y a 63 niños que no sufrían de autismo, que fueron emparejados según su edad o desarrollo mental. Una vez más, el narrador bostezó cuatro veces.

Apenas alrededor del once por ciento de los niños que tenían un trastorno del espectro autista bostezaron tras ver al narrador hacerlo, frente a 43 por ciento de los niños que se desarrollaban de forma normal.

Entre los niños con trastorno autístico, una forma más grave del síndrome, ninguno bostezó por contagio, mientras que 23 por ciento de los niños con trastorno generalizado del desarrollo, una forma más leve de autismo, bostezaron.

"Los niños normales parecen crecer con una mayor afinidad emocional con los demás según avanza su edad, y la edad de cuatro años es crítica para el proceso", aseguró Helt. "Los niños autistas no parecen sintonizar emocionalmente con los demás de forma creciente a medida que se desarrollan".

El estudio no prueba que una falta de "bostezos por contagio" sea una señal segura de un problema en el desarrollo.

Helt también anotó que es posible que los niños autistas no prestaran atención a los demás, o que notaran los bostezos y otras expresiones faciales pero no supieran cómo interpretarlas.

Geraldine Dawson es directora científica de Autism Speaks, un grupo de defensoría dedicado a financiar investigación sobre las causas, prevención, tratamiento y cura para el autismo. Comentó que "es bien conocido que los niños autistas son menos propensos a imitar a las personas. Este estudio sugiere que esta dificultad con la imitación sólo se extiende a conductas muy básicas, como bostezar".

Los programas de intervención que abordan las "habilidades de imitación" pueden ser muy eficaces para ayudar a los niños que sufren de autismo en su desarrollo social, añadió.

En un segundo estudio en la misma edición de la revista, investigadores del Instituto de Educación de Londres encontraron que las habilidades de pensamiento y percepción de los niños que tienen un trastorno del espectro autista pueden variar de forma muy sustancial entre niños individuales, y que pueden mejorar con el tiempo.

Los investigadores evaluaron las capacidades de 37 niños que tenían un trastorno del espectro autista y 31 niños que se desarrollaban de forma normal cuando tenían cinco y seis años de edad, y de nuevo tres años más tarde. El estudio encontró que no todos los niños tenían el mismo nivel de debilidad en cada área, y que tras tres años, muchos mostraban una mejora marcada.

La mayoría de niños podían comprender mejor los pensamientos y sentimientos de los demás, y tenían una mayor capacidad de regular y controlar su conducta.


Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Molly Helt, doctoral candidate, University of Connecticut, Storrs, Conn.; Geraldine Dawson, Ph.D., chief science officer, Autism Speaks, New York City; September/October 2010, Child Development

3 comentarios:

Bettina dijo...

HOLA ESTHER!! BUENISIMO Y MUY INTERESANTE...AHORA BOSTEZARE PARA VER SI SANTI LO HACE O NO POR CONTAGIO! bESOS

Anónimo dijo...

Mira ahora que leo tu comentario,comprendo una cosa curiosa que hizo mi neuropediatra. En una de las consultas mirando al niño empezó a bostezar una vez tras otra. Mi hijo empezó también a bostezar, pero el médico en ningún momento coménto xq lo hacía.

rosa dijo...

Por lo menos cada vez se sintenta mas conocer el autismo, gracias Esther por compartir, besos

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